El Tesoro en San Vincente

Tema: El Tesoro en San Vincente Lun Jul 26, 2010 10:40 pm

En una isla abadonada del Mediterraneo... se oculta un tesoro...

El Tesoro en San Vincente Alcatraz

La Isla de San Vicente hace cien años no era nada. Luego llego el Vaticano y comenzo a construir una fortaleza en la sila y finalmente esta se convirtio en uno de los lugares mas remotos y secretos del Vaticano y en el guardaba varios objetos de gran importancia... aunque el mas importante de todos se ocultaba en la parte mas alta de la Torre central. Para llegar a aquel lugar tendrian que pasar por casi toda la instalacion... y combatir con los 100 vanguardias, diez centuriones y el Templario que reinaba sobre el lugar.

Justamente en el centro de la isla no habia nada... un patio podria decirse. De repente, de la nada al parecer, hubo dos flashes... y al desparecer aquella luz quedo un hombre y una mujer... llevados alli en una importante mision asignada por el Santo de Virgo. Si mision era entrar en la torre, tomar sus armaduras y subir a lo mas alto para recuperar la famosa Armadura de Sagitario...

Era de vital importancia!

Invitado

De un momento a otro habían sido transportados por el caballero de Virgo a un lugar totalmente seguro, a salvo de los del Vaticano y donde podrían alimentarse y descansar un poco, y así recuperar fuerzas para lo que sería una próxima misión. El santo de Virgo comenzó por explicarles el lugar al que se dirigirían a continuación, la torre central en una isla en el mediterráneo que había sido tomada por el Vaticano; allí buscarían y tomarían sus armaduras y posteriormente irían por la armadura de Sagitario. Sheila sabía que no era una misión sencilla, pues ya habían vivido en carne propia lo que los soldados del Vaticano eran capaces de hacer; pero aún así no se rendiría por nada del mundo y pelearía hasta el final, pues ese poder que se le confirió, no era de gratis ni para quedarse cruzada de brazos mientras veía como la vida de la diosa Athena se iba a la ruina.

Observó a Leo, su amigo, quien hace poco había estado a punto de perder la vida; esperaba que hubiese recuperado sus fuerzas por completo, así como ella lo había hecho. Aceptó la misión sin chistar y se dispuso a ser transportada nuevamente por la telekinesia del santo de oro a la isla en la que todo sucedería.

En un destello, su cuerpo apareció en la isla, en las cercanías de la torre central. Su cuerpo y el del caballero de Fénix estarían ocultos tras algunas rocas de gran tamaño que habían quedado desde un inicio en esa isla. Bajó su cosmos a un nivel casi nulo, para no ser descubierta por los soldados del Vaticano; asomó su cabeza pero de forma tan sutil y cuidadosa que seguramente no sería vista a la distancia por los que estuvieran o pasaran cerca de la torre. Revisó con sus ojos todo el perímetro, esperando ver la localización de la gente del Vaticano, si había alguien que vigilara la torre, alguien que posiblemente supiera de su ubicación, o sencillamente buscando alguna forma de llegar hasta allá sin ser vistos por ellos.

Invitado

El Caballero de Fénix se encontraba inconsciente en aquel lugar donde antes parecía todo perdido, pero en medio del estado inconsciente de Fénix este junto a Sheila, fueron transportados a un lugar un lugar seguro, sin aquellas personas tan enfermizas que estaban en el Vaticano, aquello era por obra del Santo Dorado de Virgo, en aquel lugar Virgo comenzó por explicarles al lugar donde los llevaría ahora, y que deberían hacer en dicho lugar. Se tenían que dirigir a una Torre Central en una isla del Mediterráneo, esta había sido tomada por las fuerzas del Vaticano, allí tendrían que buscar sus armaduras, después de encontrar sus propias armaduras tendrían que buscar la Armadura de Sagitario que también se encontraba allí. Los soldados del Vaticano eran poderosos, pero Leonardo no se iba a dar por vencido, los iba a hacer picadillo por lo que le higuerón a el y a Sheila, por mucho que sea el número de soldados el estaba dispuesto a acabar con todos ellos simplemente por su "revancha" aquello ultimo no se quedaría así. Ademas que era importante obtener su armadura nuevamente para aumentar sus fuerzas como caballero de fénix, ademas que tambien era su símbolo como caballero de Athena.

Luego de haber recuperado todas sus fuerzas por completo, estaban listos para marcharse y recuperar sus armaduras, y sobre todo enfrentar a los soldados del vaticano hacerles desear no haber nacido nunca. El Caballero de Virgo con un chasquido de deos, hace uso de su telekinesis y transporta a fénix y a su compañera a la isla donde tendrían que cumplir su misión, con exactitud llegan en una especie de destello, y cerca de la torre donde tendrían que buscar las armaduras, la llegada de ellos no fue vista por nadie debido a que llegaron estrateicamente de tras de un par de rocas de gran tamaño que impide que lo puedan ver, y también cuando llegaron. En el preciso instante en que el piso aquella tierra Leonardo bajo su cosmos a un nivel que nada ni nadie podría detectar su presencia, seguramente Sheila también había echo eso mismo, Leonardo observo como su compañera veía los alrededores sutilmente, este no quiso interferir ya que en ocasiones tiene la facilidad de hacer que los descubran con facilidad.

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La Isla de San Vicente era como una gran caja fuerte, dos edificios y dos torres funcionaban como los contenedores de invaluables tesoros, su ubicación y pequeño tamaño en medio del mar mediterráneo hacia casi imposible para una embarcación dar con esta, además aunque a simple vista no fuera posible notarlo, había severas medidas de seguridad para que nadie sin autorización llegara a poner un pie sobre esta. Del patio central se extendían cuatro caminos que llevaban a los cuatro inmuebles, en cada uno había grupos de 10 vanguardias liderados por un centurión quienes protegían los tesoros albergados en estas; en uno de los edificios reposaba la armadura de Ophiuchus, y en la torre de menor tamaño la armadura del Fénix, cada una custodiada por dos grupos de soldados, el otro edificio solo contenía decenas de objetos antiguos y valiosos. Pero en la torre más alta de toda la isla la protección y el acceso era la más difícil, un grupo más protegía el camino y los alrededores y en su interior cada dos pisos había un grupo mas, haciendo un total de 5 grupos de custodios en su interior, sin contar con el resto de sistemas de seguridad, como cámaras y armas automatizadas de uso militar y el Templario al mando que nunca abandonaba el piso anterior a la sala donde se albergaba el tesoro mas valioso y peligroso de toda la Isla: La armadura dorada de Sagitario.

Era una sala circular tenuemente iluminada y justo en el centro estaba la caja dorada sobre la cual reposaba la imponente Cloth, su flecha siempre moviéndose, extrañamente desde que había caído en manos de la Iglesia y llevada a ese lugar nunca había parado en un punto fijo, siempre siendo monitoreada pues se decía que dicha armadura indicaba el paradero de Athena. La habitación no tenía ventanas y solo una puerta de alta seguridad daba acceso a la misma. Sus paredes eran capaces de soportar la explosión de lo último en explosivos. No había punto ciego para las cámaras de seguridad inalámbricas ni tampoco registros ni túneles de ventilación, era un lugar impenetrable a menos que se tuviera la llave de acceso que custodiaba Anna, Templaria de la Cruz del Mar.

- Por fin… -La hermosa mujer que gobernaba sobre toda la isla camina lenta e imponentemente frente a los monitores que le muestran los movimientos de la flecha dorada. Era preciosa, con un aire angelical, sus cabellos cortos estaban teñidos del azul como el mar que les rodeaba, y combinaban perfectamente con el color idéntico de sus ojos, a pesar de su imagen pura, su rostro carecía de emoción a pesar de ser testigo del suceso que habían esperado desde tiempo atrás.

Spoiler:

–Por fin se ha detenido… mi señora estará feliz de saberlo… envíen los datos de inmediato a Saint city… la hemos encontrado…

Aun no se han percatado de los intrusos que habían llegado ahí sin ser detectados ni haber pasado por los estrictos, pero al parecer inútiles, sistemas de seguridad, pero quizá no pasaría demasiado antes de que la ronda de vigilancia comenzara y uno de los miembros que patrullaban la zona central pasara por ahí. Y se encontraría con los santos invasores.

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Era imposible no ver la cantidad de soldados que custodiaban las torres, de hecho hacía casi obvia la ubicación de las armaduras. Sin embargo debían preparar mejor el plan. Se volvió hacia Leonardo mientras maquinaba bien qué hacer. Para ellos no sería demasiado difícil saber la ubicación de sus propias armaduras, pues la conexión que existía entre caballero y armadura era única. La duda estaba en si serían descubiertos al subir su cosmos, pues ella no conocía a profundidad la tecnología que utilizaba el vaticano.

-Debemos movernos muy rápido.- Comenzó diciendo, resaltando lo obvio. –Será bueno ir por separado o tardaremos demasiado tiempo, y esto no está para alargarse.- Su tono de voz era tan bajo que hablaba en susurros, pues sabía que había vigilancia en cada rincón de la isla. –Subamos un poco el cosmos para ubicar las armaduras, y en cuanto sepamos la ubicación cada uno se moverá por su lado enseguida.- Leo podía ser un poco impulsivo a veces, pero ella sabía que no era tan torpe o tonto como para no bajar su cosmos luego de saber la ubicación, eso era conocimiento básico, así que no se molestó en decirle. Se sabía que subirían el nivel de su cosmos únicamente cuando fuese necesario.

-Bien, ¿estás listo?- preguntó sonriente, esperando su respuesta, confiaba en él y en su capacidad, pero un buen plan necesitaba de dos cabezas, y aunque pensara que el suyo estaba bastante completo, quizás Leo podía ver alguna falla.

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Observaba a su compañera al igual que ella lo observaba a el. -Debemos movernos muy rápido.- Dijo ella, pero ella, pero era muy lógico aquello, incluso para un caballero de instinto e intuición. –Será bueno ir por separado o tardaremos demasiado tiempo, y esto no está para alargarse.- Dice Sheila mientras Leonardo se pone pensativo... Estaba pensando el también en una estrategia, tal vez una mejor, pero eso no lo sabría hasta decírselo a su compañera. –Subamos un poco el cosmos para ubicar las armaduras, y en cuanto sepamos la ubicación cada uno se moverá por su lado enseguida.- El asiente la cabeza mientras aun se tenia una expresión pensativa, Leonardo en realidad estaba pensando en un buen plan...

-Bien, ¿estás listo?- Dice su compañero sonriente, pero Leonarda ya lo tenia, seguramente un mejor plan y que le convendría mejor a ambos. -Espera.... Creo que tengo algo mejor...- Dice mientras aprieta un poco el puño. -Es mejor no arriesgarse mucho... Puedo lanzar un poco de mi Cosmos a alguno de los guardias para poder controlar sus mentes, de esa manera puedo hacer que se peleen entre sí...- Dice sonriente, aquel plan estaba bien pensando se podía ejecutar desde su ubicación. -Tambien puedo entrar a la mente de uno de los guardias y saber donde se encuentra las armaduras...- Dice sonriente, aquel era una gran estrategia, era raro en el, usualmente Leonardo no se destacaba por sus planes.

Invitado

Una potente campana resonó en toda la isla, aquello solo podía indicar el cambio de turno de la vigilancia, los 4 grupos de vanguardias y centuriones que vigilan los caminos a los edificios volvieron en sus pasos, cambiarían de posición, y para ello cruzarían el gran patio central, habría un total de 44 soldados cruzando el lugar donde habían llegado los caballeros de Athena. El primer grupo comenzó a hacer aparición por el camino de la derecha, el más próximo a los intrusos, aun no les habían visto, parecían confiados por la alta seguridad de los alrededores. Uno de ellos platica animadamente con su compañero mientras se dirigen al camino adyacente

-Lo oíste, lo que acaba de pasar en “la Torre”? Dicen que la flecha por fin se detuvo, dicen que la encontraron… es el fin de esos pecadores. – El hombre a su lado rio estruendosamente

-Si la encontramos y ejecutamos será el fin de su insolente acto contra Dios, donde fue que le encontraron? Lo sabes?
El primero en hablar asintió con la cabeza mientras apretaba su arma ansioso por usarla encontrar de aquellos contra los que habían luchado durante poco mas de 100 años.

-Saint City… no hay forma en que pueda salir ilesa, esa mujer, la tal Athena está en el peor lugar posible.