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Invitado Invitado
| Tema: Re: Dom Jul 18, 2010 3:43 pm | |
| ** Gira la cabeza de lado a lado en signo de negación ante la decisión inminente del caballero de Pegaso. Su mira se posa, de reojo, en la chica que lo buscaba.
- ¿Quién dijiste que eras, muchacha? No comprendo tu razón de estar aquí... ( El chaval se ha ido, ya no podré contar con él para mantener la vigilancia de la armadura de Tauro... Supongo que no me queda otra: tendré que portarla yo mismo y hacerme ver de una vez por todas). Mientras me lo cuentas, chiquilla, salgamos de aquí... -
La herrería se encontraba destrozada y en trámites de inspección por los soldados, bajo su mala suerte, pues su esfuerzo ahí sería en vano. La armadura de Tauro no se encuentra allí. Aunque Táutalo no sabe que lo explotado ha sido su herrería, sí sabe que este día pronto iba a llegar, y por ello no decidió ocultar importante toro de oro en sus propiedades.
Enseguida empezó a caminar con cierta apresuración hacia el sur de la ciudad, dirigiéndose hacia el río Tajo que pasa por Toledo, asegurándose de que aquella chica le sigue, y atentos sus oídos para escucharla. Por otra parte, está pensando también en el caballero de Pegaso y, ante la probable persecución por parte de soldados, Táutalo decide hacerse sentir para evitar que vayan a por él. Un aura comienza a brotar en la planta de sus pies, ascendiendo por todo su cuerpo lentamente y conforme camina, cual sábana de color rojizo. Armonía y tranquilidad profesa su energía elevada a su entorno, que fácilmente podría sentir la que lo acompaña; energía capaz de percibirse a un gran radio por toda la ciudad, únicamente por personas capaces de sentir estas cosas trascendentales. La energía invade todo su cuerpo, sus músculos quedan relajados pero fortificados a la vez, su mente queda despejada y vivaz al mismo tiempo; pareciera haber cambiado un mínimo su ser. ** |
| | | Invitado Invitado
| Tema: Re: Mar Jul 20, 2010 9:52 am | |
| *Hace unos minutos ya que me encontraría junto a quien era mi objetivo, aquel gran caballero portador de la armadura de Tauro junto a quien había oído las explosiones y ver salir luego el humo de las mismas. Sin siquiera saber que a él pertenecía aquella propiedad violentada. Tan solo notaria como en ese momento el hombre junto a mi negaba ligeramente con su cabeza como desistiendo ante aquella mal educación del chico de Pegaso, pensando si también esta acción podría deberse a las mismas explosiones pero dudándolo bastante.
Luego y tras fracción de segundo al sentirme observada de cierto modo por Táutalo llevaría mi vista hacia la de él. Cruzando nuestras miradas y escuchándole mientras le miraba a las pupilas. - ¿Quién dijiste que eras, muchacha? No comprendo tu razón de estar aquí... – Era verdad lo que me decía y por lo mismo no me molestarían sus preguntas al contrario las contestaría a gusto pero antes de esto volvería a escucharle continuar con sus palabras que sonaban tan amables a mis oídos - Mientras me lo cuentas, chiquilla, salgamos de aquí... - Y bueno él tenia razón lo mejor era salir de ahí si es que no deseábamos correr peligro. Quizás lo que Isamu había echo era lo mejor, pero no de la manera que él lo había finiquitado. Pero qué mas daba?.. Él parecía que nunca iba a cambiar y si Tauro no lo detenía menos lo haría yo.
Al momento de ver al hombre junto a mí avanzar haría lo mismo, sinceramente no tenia idea a donde nos dirigíamos, conocía poco la ciudad, y los planos de esta a veces se me confundían en la cabeza. De todos modos sentía algo que me decía que podía fiarme de él y por lo mismo le seguiría al instante sin desear retrasarle.
Tal y como el mismo había dicho y de cierto modo solicitado, le contaría quien era y que deseaba de él. Seria clara y precisa no era momento para otorgar testamentos engorrosos que confundirían a cualquiera – Soy Selina… Lady Selina… - Quizás habría agregado aquel auxiliar “Lady” para no hacer resaltar tanto mi falta de apellido. Tenía uno y lo sabia pero no me gustaba nombrarlo. Aquel acento inglés que poseía llegaba incluso a darme cierta repugnancia en la pronunciación. Una que no existía en la India donde yo había nacido y de donde era igual mi madre. Al decirle mi nombre en ese momento me habría sacado el gorro de mi capucha en sentido de educación y protocolo, olvidando volver a colocármelo y por lo mismo dejando a la vista mi femenina identidad y belleza multirracial –Vengo de Nueva Delhi de parte del caballero dorado de Virgo… Vengo a buscarle. Hay que salir rápido de aquí… -Diría en un tono mas bien bajo no deseando que las paredes oyeran lo que le decía “las paredes tienen oídos” y lo sabia muy bien por eso era mejor prevenir que lamentar. De todos modos y a pesar de que mi volumen era leve mi tono seguro dejaba entender muy bien lo que deseaba expresarle a quien seguía.
Tras poco de andar sentiría aquella fuerte aura. Me sorprendería esa energía, ya que así parecería desear ser encontrado, no entendía porque lo hacia, yo que intentaba ser sigilosa y él que se mostraba en gloria y majestad. Solo dos ideas se posarían en mi mente. La primera que él intentaba demostrarle a quienes nos deseaban acorralar quien era él y de que estaba echo. Y la segunda, ayudar a distraer para dejarle el camino algo mas despejado a Isamu.
De todos modos ahora no había tiempo para cuestionar nada. Solo me quedaba seguir junto a él para intentar salir juntos de esto y poder terminar con lo que se me había pedido. La verdad es que no tenía miedo, pero me sentía presionada por aquellos hombres que parecían dividirse una y otra vez por mitosis sin detener aquel ciclo celular.
Pocos pasos mas adelante nos encontraríamos con aquella especie de escuadrón que nos cerraba el paso - Se terminó todo… ríndete, impuro.- Seria lo que dirían y se notaba que le decían a Tauro o al menos eso creería yo. A qué se refería ese hostil hombre con “Se terminó todo”?.. Acaso si no nos rendíamos aquí finalizaban nuestras vidas?.. Vendría a cogernos la muerte? Aquella que Después de todo es solo un síntoma de que hubo vida… Quizás ellos si llegarían a matarnos, pero que derecho tenían de llamarnos impuros? Los impuros realmente eran ellos quienes arrebataban vida. No tenían derecho a hacerlo y por lo mismo pensaría en “La muerte nos iguala a todos. Es la misma para un hombre rico que para un animal salvaje.” Una sabia frase de quien había sido mi guía en el monasterio, Dalai Lama.
En ese instante simplemente frunciría un poco mi seño mirando a aquellas personas interponiéndosenos y ligeramente susurraría mi pensamiento* La muerte nos iguala a todos. Es la misma para un hombre rico que para un animal salvaje
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