Inmediatamente, al ver de quien se trataba, por el relumbre de sus armaduras, el hombre de cabellos violetas se desplomó, cayendo de rodillas, agotado y agobiado por el dolor que le punzaba directamente en el corazón-G...Géminis...-Suscitó, con el rostro empapado en lágrimas y los labios entre abiertos, prosiguiendo, con voz ronca y espesa-Se la llevaron…se llevaron a mi Gabrielle, Géminis...-Inquirió, sin haber si quiera dado más pistas al santo, pues al terminar terminó de caer contra el suelo, desmayado; inconsciente, mientras otros dos hombres aparecieron en la escena. Dos muchachos, más bien, muy parecidos al Patriarca Lemuriano, respondiendo uno de ellos al Dorado, mientras el otro asistía a su padre-No sabemos donde están, Caballero…lo que si sabemos que es se encuentran muy, muy cerca…-Musitó el muchacho, con la preocupación esbozada en el rostro.

Mientras tanto, todo aquel campo de rosas se desplegaba por el lugar y de inmediato todos los hombres que estaban manteniendo guarda en el mismo cayeron víctimas de este. Sus cuerpos comenzaron a entumecerse y ni siquiera podían emitir vocablo alguno, por lo que, a pesar de estar a la vista el jardín recién creado por la Amazona Pisciana, el Soldado que estaba en la colina de tirador no sabía cual era la situación de sus compañeros-Aquí Bravo, ¿Cuáles son las indicaciones, qué sucede? Cambio…- No hubo respuesta alguna, sólo un silencio fatal que desesperó al hombre, el cual, sin esperar demasiado, ahora apuntando hacia la mujer de preciosos cabellos, disparó un rayo de energía pura el cual viajaba a una velocidad impresionante en aras de impactarla en el único lugar de su cuerpo que no estaba vestido con su armadura.

Todo tomó por sorpresa al joven soldado que inclusive, apenas logró ver como la cabeza de su compañero explotaba por el extrañísimo poder que lo había movido de su lugar. Era el líder de la operación quien había caído víctima de su disparo y además de ello, de repente, él quedó inmóvil como si una fuerza poderosísima le estuviere aprisionando con brutalidad hasta dejarlo privado del movimiento.

Repentinamente esa misma fuerza le arrastró hacia fuera de su posición y lo dejó suspendido en el aire, mientras el Santo Dorado a quien había podido ver hacia unos momentos le habló. Su traje de forma inmediata le reveló al Caballero de Athena la figura del muchacho, quien, temeroso por su situación y por el increíble poder de sus dos enemigos, respondió, tartamudeando-N…no….¡No les diré nada herejes!- De inmediato tragó saliva, a sabiendas de que su respuesta le traería consecuencias graves.